Un silencio lleno de significado
Guinguinbali Laura Gallego
El Aaiún 01/10/2010
“En silencio se pueden decir muchas cosas, nosotros estamos mostrando al mundo cuál es nuestra respuesta ante la represión”. Salir a la calle, con las bocas tapadas, cogidos de la mano, y ejemplificar esa lucha pacífica que el pueblo saharaui está -y ahora más si cabe- decidido a llevar hasta el final. Ennaama Asfari lideró en El Aaiún una protesta histórica, que dejó a la policía marroquí sumida en otro tipo de silencio: el del desconcierto.
Habituados a recibir golpes en cada acto de reivindicación, aunque no sea más que dar la bienvenida a un grupo de activistas, los saharauis reivindicaron esta vez mucho más que nunca sin decir una palabra.
Ante la atenta mirada de los observadores internacionales y de más de un centenar de agentes de policía -que tenían cercada la vivienda desde el comienzo de la tarde preparados para la violenta recepción habitual- quien sí habló fue Ennaama. “Hoy tenemos testigos importantes, ya habrá tiempo de sacar las banderas a la calle, porque el derecho de autodeterminación es irrenunciable. Pero con este silencio estamos diciendo mucho más, estamos denunciando la represión a la que nos somete el Gobierno de Marruecos, la falta de libertad, la violación de nuestros derechos”. Se dirigía a los 94 manifestantes que, tapada la boca con esparadrapo y entrelazadas las manos, le contemplaban desde el suelo. Pero le escuchaban también, atónicos, todos los agentes de policía cuyas caras, porras, puños y botas, muchos saharauis conocen bien.
La sensación, en palabras de Carmelo Ramírez, consejero del Cabildo grancanario y apostado frente al grupo, era la de “caminar por un alambre”. Existía un fuerte temor entre los activistas de encontrarse con la respuesta habitual. Pero allí sentados, sin incumplir ley alguna y lanzando un mensaje al mundo, el acabar dentro de la casa o en un calabozo era, en ambos casos, una victoria.
Es la primera vez, según insistieron mucho los líderes más veteranos, que un acto por `la causa saharaui' acaba no sólo sin heridos, sino tal y como ellos quieren. Que se desarrolla de principio a fin sin intervención del “enemigo”. Y pone en evidencia, al entender de quien ayer se encargó de liderarlo, “que la lucha pacífica puede tener una importancia equiparable a la que tuvieron las armas”. Ahora se exploran nuevas vías, y la de anoche, desde luego, supo a “batalla ganada”.
Y aunque el éxito se deba, según los observadores, fundamentalmente a su presencia -“sin testigos, hoy, otro gallo hubiera cantado”, reflexionaba después alguno de ellos- para los saharauis es un trozo del camino que ya no se puede desandar. “Habéis demostrado que contra la lucha pacífica, contra un grupo de hombres en silencio, no hay reacción; el Gobierno de Marruecos se ha quedado sin respuestas porque los regímenes violentos sólo las tienen ante la violencia”, proclamó por su parte Toledo.
No era fácil conseguir que nadie alzara la voz; que mujeres como Sultana Jaya, quien recibió un picotazo con una jeringuilla en la mencionada golpiza, por ejemplo, no lanzaran una proclama contra quienes denuncian como sus “verdugos”. Y cualquier consigna a voz en cuello habría desbaratado los planes. Pero con un emocionante discurso previo, Annaama logró que dentro de la casa, mientras fuera se manifestaban una parte, los demás se mandaran callar unos a otros al menor ruido. Porque callados también se sumaban al mensaje: podrán estar cansados de esperar a que la ONU aplique sus propias resoluciones, de vivir en la última colonia de África y que países como España o Francia se alíen con las tesis del colono; de escuchar hablar de un referéndum que no llega. Pero, en las calles de El Aaiún, no se han cansado de luchar. Ni de hacerlo pacíficamente."
Guinguinbali Laura Gallego
El Aaiún 01/10/2010
“En silencio se pueden decir muchas cosas, nosotros estamos mostrando al mundo cuál es nuestra respuesta ante la represión”. Salir a la calle, con las bocas tapadas, cogidos de la mano, y ejemplificar esa lucha pacífica que el pueblo saharaui está -y ahora más si cabe- decidido a llevar hasta el final. Ennaama Asfari lideró en El Aaiún una protesta histórica, que dejó a la policía marroquí sumida en otro tipo de silencio: el del desconcierto.
Habituados a recibir golpes en cada acto de reivindicación, aunque no sea más que dar la bienvenida a un grupo de activistas, los saharauis reivindicaron esta vez mucho más que nunca sin decir una palabra.
Ante la atenta mirada de los observadores internacionales y de más de un centenar de agentes de policía -que tenían cercada la vivienda desde el comienzo de la tarde preparados para la violenta recepción habitual- quien sí habló fue Ennaama. “Hoy tenemos testigos importantes, ya habrá tiempo de sacar las banderas a la calle, porque el derecho de autodeterminación es irrenunciable. Pero con este silencio estamos diciendo mucho más, estamos denunciando la represión a la que nos somete el Gobierno de Marruecos, la falta de libertad, la violación de nuestros derechos”. Se dirigía a los 94 manifestantes que, tapada la boca con esparadrapo y entrelazadas las manos, le contemplaban desde el suelo. Pero le escuchaban también, atónicos, todos los agentes de policía cuyas caras, porras, puños y botas, muchos saharauis conocen bien.
La sensación, en palabras de Carmelo Ramírez, consejero del Cabildo grancanario y apostado frente al grupo, era la de “caminar por un alambre”. Existía un fuerte temor entre los activistas de encontrarse con la respuesta habitual. Pero allí sentados, sin incumplir ley alguna y lanzando un mensaje al mundo, el acabar dentro de la casa o en un calabozo era, en ambos casos, una victoria.
Es la primera vez, según insistieron mucho los líderes más veteranos, que un acto por `la causa saharaui' acaba no sólo sin heridos, sino tal y como ellos quieren. Que se desarrolla de principio a fin sin intervención del “enemigo”. Y pone en evidencia, al entender de quien ayer se encargó de liderarlo, “que la lucha pacífica puede tener una importancia equiparable a la que tuvieron las armas”. Ahora se exploran nuevas vías, y la de anoche, desde luego, supo a “batalla ganada”.
Y aunque el éxito se deba, según los observadores, fundamentalmente a su presencia -“sin testigos, hoy, otro gallo hubiera cantado”, reflexionaba después alguno de ellos- para los saharauis es un trozo del camino que ya no se puede desandar. “Habéis demostrado que contra la lucha pacífica, contra un grupo de hombres en silencio, no hay reacción; el Gobierno de Marruecos se ha quedado sin respuestas porque los regímenes violentos sólo las tienen ante la violencia”, proclamó por su parte Toledo.
No era fácil conseguir que nadie alzara la voz; que mujeres como Sultana Jaya, quien recibió un picotazo con una jeringuilla en la mencionada golpiza, por ejemplo, no lanzaran una proclama contra quienes denuncian como sus “verdugos”. Y cualquier consigna a voz en cuello habría desbaratado los planes. Pero con un emocionante discurso previo, Annaama logró que dentro de la casa, mientras fuera se manifestaban una parte, los demás se mandaran callar unos a otros al menor ruido. Porque callados también se sumaban al mensaje: podrán estar cansados de esperar a que la ONU aplique sus propias resoluciones, de vivir en la última colonia de África y que países como España o Francia se alíen con las tesis del colono; de escuchar hablar de un referéndum que no llega. Pero, en las calles de El Aaiún, no se han cansado de luchar. Ni de hacerlo pacíficamente."
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